Por mucho que jures o prometas eternamente cualquier cosa, una parte de ti sabe que no durará toda la vida, porque no hay nada que dure por siempre.Hay veces que simplemente terminan porque no se puede mantener la felicidad de un alma a base de mentiras, porque sencillamente no puedes engañarte más ni intentar hacerte creer en algo que sabes perfectamente que es imposible.
En otras ocasiones acaban porque dos personas son conscientes de que sus vidas no son compatibles y si estuvieran juntas nunca serían realmente felices, por lo que dividen su camino para seguirlo en solitario…pero se recuerdan y se olvidan constantemente.
Otras, en cambio, terminan también por mentiras, pero no por las que uno mismo inventa para darse fuerzas para seguir, sino por las que se inventa otra persona para mantener una situación insoportable y absurda. Absurda por el hecho de que esas dos personas no creen sinceramente en el lazo que las une, las cosas en común que tienen, las sonrisas que comparten, los abrazos que se regalan…
Sí, yo soy de las que se engañan, de las que no quieren ver lo que realmente sucede y se callan lo que sienten aunque estén hundidas completamente.
Tú, al contrario de mí, intentas seguir manteniendo algo que estaba destruido desde un principio haciéndome creer que formo parte de tu vida, mientras que yo, cada mañana tengo que engañarme delante del espejo diciendo –Hoy voy a ser feliz contigo, cuando nunca será así, o al menos no eternamente.
Mayo vuelvo de nuevo a mi vida inundando mi alma de lágrimas como hace cada año, y yo creí haber encontrado a una persona que me hiciera feliz…